Pero yo siendo yo, simplemente me exalté.
Dejé mi tenedor en mi plato con cuidado, ignorando la mirada de advertencia de Edward y la de pánico de la Sra. Masen. “He aprendido que las apariencias pueden engañar bastante,” dije brillantemente. “Por ejemplo, las apariencias podrían llevarle a uno a creer que es usted un grosero crítico y arrogante. Por supuesto, todos sabemos que eso no es cierto, ¿verdad?”
Con un gemido bajo, la cabeza de Edward cayó a sus manos y los ojos de la Sra. Masen fueron con temor a su marido. La mesa se quedó completamente en silencio unos segundo mientras el Sr. Masen y yo nos mirábamos retándonos. Esperé a que estallara y me echara de su casa furioso, mis músculos se tensaron instintivamente como preparación.
**¿Qué creeis que hará el Sr. Masen?