Edward se sentó hacia atrás y me miró fijamente, dando golpecitos en el escritorio con su bolígrafo. La arruga de preocupación todavía estaba ahí, pero había algo más detrás de sus ojos. Finalmente, suspiró, sacudió la cabeza, sonrió y dijo, “Charles Dickens está en tu lista de lectura para el siguiente semestre.” Pestañeé, el cambio de tema me había pillado por sorpresa. “Voy a ir a Seattle para ver Cuento de Navidad el diecinueve, en el pase de tarde.”
Mis ojos se ensancharon. Cada año durante la infancia de Edward, la familia Cullen hacía el viaje hasta el Teatro Allen para ver la producción de ACT de Cuento de Navidad. Este sería el primer año desde la muerte de sus padres que él iría.
“Deberías intentar ir a verlo si tienes la oportunidad.” Tragó saliva y se aclaró la garganta. “Estoy seguro de que al teatro le vendría bien tu apoyo.”
No había duda en mi cabeza de que Edward era realmente el que pedía apoyo. Esto sería duro para él y me necesitaba. Asentí. “Por supuesto. Iré a verlo.”
Edward sonrió, aliviado. “Bien. Eso está bien.”
