Bueno, todos excepto
Alistair. Él nunca hacía ruido, así que no sabía con seguridad si
estaría acechando por ahí.
Podía sentir la
respiración pesada de Edward detrás de mí, igualando mi propia
respiración entrecortada. Buen señor, esto había tardado demasiado
en llegar. Más para mí que para él; Edward me había estado
tentando desde la primera vez que me besó dentro de un siglo.
Intenté
no pensar en eso
demasiado. Me volvía un poco loca.
Finalmente llegamos a
mi habitación y tiré de Edward dentro, intenté no cerrar la puerta
de golpe con mi ansiedad. Edward, sin embargo, no tuvo tales
contemplaciones y me giró para presionarme contra la puerta, su
cuerpo completamente pegado contra el mío. Vi un destello de
incontrolable lujuria en sus ojos un segundo antes de que sus labios
se presionaran contra mi cuello y su lengua saliera para saborear mi
piel. Las palmas de mis manos estaban firmemente contra la madera en
mi espalda. Era incapaz de moverme... de pensar... todo lo que podía
hacer era sentir.
“Te amo, Bella,” murmuró contra mi garganta, sus labios se arrastraron hacia arriba sobre mi barbilla antes de rozar mi boca, “...tanto.”