miércoles, 9 de febrero de 2011

Adelanto del OS All Aboard

Así que, en su lugar, solo asentí y caminé hacia la puerta, agarrándome en un pasamanos y viendo como mi parada se acercaba a través de mis ojos borrosos por las lágrimas de vergüenza. El tren se detuvo y yo salí a tropezones por la puerta, solo para oír a Edward decir detrás de mí, “¡te veré en clase!”
No si puedo evitarlo, pensé para mí. Así que al día siguiente me senté al fondo del aula, en la última fila, en el último asiento a la derecha. Desde mi punto aventajado, podía ver a Edward, pero él no podía verme. Le vi girarse y escanear la multitud y me pregunté si tal vez me estaba buscando. Para no arriesgarme, me encogí detrás del alto chico que tenía delante de mí hasta que el profesor empezó su discurso.
También le evité después de clase, saliendo rápidamente por la puerta que estaba al lado de mi asiento mientras él guardaba su cuaderno y bolígrafo. Y así empezó mi ritual diario. Entraba a clase justo antes de que empezara y me escondía en mi asiento, luego le miraba durante la clase, dibujando su pelo, o manos o sonrisa en mi cuaderno. Era algo bueno que el profesor también tuviera sus discursos online, porque era extaordinariamente difícil para mí prestar atención durante la clase.
En el tren, me sentaba tan lejos de él como podía mientras aún le miraba, poniéndome gafas oscuras y sujetando una revista como si la estuviera leyendo.
Era muy de James Bond.