Y se quedó congelado
abruptamente.
Edward estaba
repentinamente consciente de su posición en ese momento. Estaba
apoyado contra el escritorio, con sus manos a cada lado del cuerpo de
Bella. Estaba tan cerca de su cara que sus narices casi se tocaban,
tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo, podía imaginar
que solo si cerrara esos últimos centímetros que los separaban,
ella estaría presionada contra él.