“Probablemente
debería irme,” dijo Alice, dándole otro beso a Peter antes de
girarse hacia Edward. “¿Estás listo?”
Edward pareció
nervioso. “¿Listo?”
Alice sonrió. “Dejaste
tu coche en la casa de huéspedes, ¿verdad? Había pensado que
podríamos ir juntos.”
Edward me lanzó una
mirada de pánico. “Uh... vale,” dijo. “¿Puedo verte fuera?”
Alice frunció el ceño
confusa. “Claro...” dijo lentamente, “te veré fuera. Adiós,
Bella. Adiós, Carlisle.” Alice dejó la maternidad y, con una
rápida mirada a Carlisle, Edward cogió mi brazo y me acompañó
fuera detrás de ella. Cuando llegamos al pasillo, miró rápidamente
a su alrededor, aparentemente preocupado porque alguien pudiera
oírnos.
“¿Te parece bien
esto?” preguntó en voz baja.
“¿Parecerme bien
qué?” pregunté, igualando su tono pero sin saber de qué demonios
hablaba.
Él se puso rojo. “Que
acompañe a Alice a casa,” explicó.
Estaba desconcertada.
“¿Por qué iba a parecerme mal eso?”
Edward estaba
claramente avergonzado por alguna razón. “Yo... uh... creo que
ella... tal vez esté interesada en mí,” murmuró, agachando la
mirada.
Me atraganté. “¿Qué?”
“No deja de hacerme
preguntas e intentar hablar conmigo,” dijo incómodo. “¿Y ahora
quiere que la acompañe a casa? No lo sé. Parece que tiene algún
motivo escondido.”
Dudé. No quería
reírme de él, pero era muy divertido. Me mordí el interior de la
mejilla y luché por mantener la compostura.