Antes de que pudiera
responder, los ojos de Rose se abrieron como platos mientras se
enfocaban en dirección a la entrada del club.
― No mires todavía,
― dijo, volviendo la mirada a mí. ― Pero mierda.
Sin hacer caso de su
aviso, me giré. Al principio mi mirada se fijó en Emmett y Jake,
bailando y entrelazados en un fuerte abrazo. Estuve a punto de
preguntarle cuál era el problema hasta que lo vi. O le vi. A
menos de tres pasos de la pareja recién prometida estaba Edward.
― Oh, mierda
está bien, ― susurré débilmente. Como si hubiera sentido mi
mirada, Edward se giró hacia nosotras lentamente, entrecerrando los
ojos mientras caminaba por la pista con fuertes pisadas. Sus largas
zancadas tenían un toque de depredador; maldición, se le veía
sexy. Enfadado y sexy.
Joder, joder, joder.