Emmett soltó una
risita y extendió la mano hacia Edward, quien la tomó intentando no
estremecerse por la fuerza aplastante. ¿Qué pasaba con mis
empleados y amigos intentando matar a mi novio... er... Edward?
― Encantado de verte
de nuevo, ― dijo Emmett.
― Igualmente, ―
contestó Edward.
Sacudieron las manos
durante más tiempo del que era necesario, casi como si estuvieran
jugando a ver quién aguantaba más. Finalmente, Emmett soltó a
Edward y sonrió. ― Así que, ― dijo, ― ¿estás aquí para
trabajar en la cocina?
― Solo por hoy, sí.
Emmett levantó una
espesa ceja. ― Esperemos que no. Porque una vez que entras en una
cocina, deberías quedarte ahí un tiempo. Tienes que explorar la
cocina, llegar a conocerla realmente... porque las cocinas tienen
sentimientos. Las cocinas...