No era ni de lejos la
primera vez que lo pensaba en los meses que llevaban juntos, pero era
la primera vez que ponía palabras a su deseo, que dejaba que su voz
se oyera. El cuerpo de ella era cálido y perfecto contra el de él.
No haría falta nada, solo un movimiento de su caderas para estar
dentro de ella.
Con expresión tierna,
Bella ahuecó la mano en su mejilla. ― Soy tuya, ― dijo en voz
baja, abriendo más las piernas seductoramente.